El artículo Vaguedad de Bertrand Russell fue pronunciado ante el gran público. Es por ese motivo que en algunas partes del texto elude entrar en temas más profundos de la filosofía y se centra en analizar su teoría sobre el lenguaje ordinario.1Cuando aparecen palabras como «materia» o «causalidad» únicamente afirma que son más o menos vagas, pero no se detiene en desarrollar el tema. Además, en terminología aristotélica, podemos decir que en el artículo sólo habla de conceptos accidentales, en los cuales la vaguedad es más obvia. Su tesis principal es mostrar que el lenguaje que utilizamos en la vida cotidiana no es preciso ni exacto, sino vago. Un lector profano podría pensar que se refiere a alguna clase de holgazanería. Sin embargo, en filosofía la mayoría de las veces las palabras no significan lo mismo que cuando hablamos con un amigo o con la cajera del supermercado. Russell entiende la vaguedad como lo contrario a la exactitud. Cuando decimos que el cielo es azul, ¿qué sentido de «azul» estamos utilizando? ¿Es el mismo azul a las nueve de la mañana que a las nueve de la noche? Si somos buenos observadores, vemos que por la mañana se trata de un azul claro, mientras que al llegar la tarde-noche se oscurece y el cielo pasa a estar teñido de un azul oscuro. Con esto, podemos ver que la palabra «azul» no es exacta, pues su significado no es unívoco, no refiere a un mismo tipo de color. Esto es la vaguedad según Russell. Este mismo ejemplo también muestra que el mundo está lleno de procesos, no hay exactitud en la realidad sensible. El cielo va cambiando de color a lo largo de todo el día y nosotros seguimos empeñados en decir que el cielo es azul, menos bien entrada la noche cuando decimos que es negro, aunque también podríamos decir que es un azul tan oscuro que parece negro. Esta es otra muestra de la vaguedad del lenguaje que pretende explicar Russell, y hasta aquí no podemos hacer más que darle la razón.
No obstante, mi objetivo aquí es poner en diálogo a Russell con Platón. El filósofo británico, como la mayoría de los matemáticos, tiene tendencia a ser de algún modo platónico. De hecho, escribió Principia Mathematica junto a Alfred North Whitehead,2Alude a esta obra al principio del artículo, cuando dice que es bien sabido que inventó un lenguaje especial con el fin de evitar la vaguedad, pero que no es apropiado para ocasiones públicas. el mismo que pronunció el famoso aforismo: «La caracterización más segura de la tradición filosófica europea es que consiste en una serie de notas al pie de página a Platón».3A. N. WHITEHEAD, Process and Reality, Free Press, 1978, p. 39. Y no le faltaba razón, pues cuanto más aprendo de filosofía, más me asombro al ver que Platón dejó planteadas la mayoría de las preguntas filosóficas que seguimos escudriñando actualmente. Y no sólo las planteó, sino que trató de darles una explicación. Tanto Russell como Platón, dos filósofos entre los cuales hay una distancia de más de dos mil doscientos años en el tiempo, afirman que el mundo tiene un fundamento racional y que por ese motivo podemos entenderlo. Empero, entre los dos filósofos no sólo hay una distancia temporal, sino también epistemológica. Russell afirma varias veces en su artículo que la ciencia será capaz de dar herramientas para comprender del todo el mundo sensible, mientras que para Platón eso sería algo extraño. Y a mi modo de ver, ambos tienen algo de razón. Como señala Russell, las herramientas científicas disminuyen la vaguedad y aumentan la precisión, como es el caso de los microscopios. El ejemplo que pone es el de dos vasos de agua, uno de los cuales está contaminado con veneno. A ojos del observador corriente son indistinguibles, a no ser que: o bien utilice un microscopio para analizar el contenido de cada vaso, o bien alguien beba del vaso contaminado y se haga observable el efecto del veneno. En ese sentido, Russell tiene razón, pues la ciencia nos asegura un conocimiento de la realidad más preciso, y en este caso, podría evitar una muerte. Sin embargo, surgen dos problemas:
Primero, sería inverosímil que una persona utilizara un microscopio o una herramienta similar —podríamos ver en un futuro gafas con microscopio integrado— para analizar cada vaso de agua antes de bebérselo. Incluso en el hipotético caso de las gafas futuristas, no sería práctico hacer esto cada vez que uno quisiera saciar su sed. Y segundo, como también señala Russell en el artículo, aunque se aumente la precisión, eso no hace que aumente la verdad. Aun así, sigue depositando una confianza en la física con la que Platón no estaría nada de acuerdo. El mundo sensible es contingente, lleno de multiplicidad y cambio. Es por eso que Platón negó la posibilidad de una ciencia de lo sensible; pues la ciencia empírica, por su propia naturaleza, es falible, cambia como lo hace su propio objeto. Por lo tanto, sólo puede haber ciencia en sentido estricto de lo inmutable, de las Formas o Ideas, entre las cuales se encuentran las matemáticas. En ese sentido, en la medida que el mundo tiene un fundamento racional, se puede entender mediante la razón. Sin embargo, como señala Platón en el Timeo, el mundo sensible sólo es en parte racional;4Cf. PLATÓN, Timeo, 48a y ss. el que es puramente racional es el mundo inteligible, el de las Ideas.
Es por lo anterior que en cierto modo veo incoherente la excesiva confianza de Russell en que la ciencia empírica pueda resolver todos los problemas del conocimiento. Como hemos visto anteriormente, es verdad que nos proporciona herramientas para aumentar la precisión con la que conocemos la realidad sensible. No obstante, eso no implica que a medida que la ciencia avance, se acaben resolviendo todos los problemas. Simplemente tendremos más herramientas y más precisión, pero no más verdad. Ésta sólo se puede llegar a alcanzar con la filosofía, el amor a la sabiduría; y no precisamente en este mundo, sino cuando lo abandonemos y volvamos a contemplar las Ideas. Porque si hacemos filosofía y no sophía, es porque en cierto modo sabemos que la verdad plena nos es inalcanzable debido a las propias limitaciones de nuestra naturaleza sensible.5Cf. PLATÓN, Fedón, 64a-69e.
Pamplona, 16 de febrero de 2022.
Notas
- 1Cuando aparecen palabras como «materia» o «causalidad» únicamente afirma que son más o menos vagas, pero no se detiene en desarrollar el tema. Además, en terminología aristotélica, podemos decir que en el artículo sólo habla de conceptos accidentales, en los cuales la vaguedad es más obvia.
- 2Alude a esta obra al principio del artículo, cuando dice que es bien sabido que inventó un lenguaje especial con el fin de evitar la vaguedad, pero que no es apropiado para ocasiones públicas.
- 3A. N. WHITEHEAD, Process and Reality, Free Press, 1978, p. 39.
- 4Cf. PLATÓN, Timeo, 48a y ss.
- 5Cf. PLATÓN, Fedón, 64a-69e.
2 comentarios en “La incoherencia platónica de Russell”
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